jueves, 9 de diciembre de 2010

SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA

Basílica Bizantina
Año 532-53


La fotografía corresponde a un interior arquitectónico, en una vista amplia que permite apreciar un gran espacio central, cubierto con cúpula, y espacios laterales con galerías, separados del central por columnas y arcos. El dibujo de la planta muestra que ésta es un rectángulo, de proporciones casi cuadradas, rematado en ábside. Internamente se divide en tres naves longitudinales; la central, más ancha, está separada de las laterales por columnas y gruesos pilares, destacando un espacio central casi cuadrado entre dos trapecios, y con cuatro exedras angulares. El edificio propiamente dicho va precedido, en los pies, de un atrio y doble vestíbulo.
ANÁLISIS:

El material constructivo corresponde a mármoles de diversos colores en columnas y pavimento, y parece razonable que se haya utilizado piedra en sillares para los pilares. En los muros, piedra y ladrillo, y en las cubiertas ladrillo o algún otro material liviano. El muro, según muestra el plano, es muy grueso, pues así lo exige el sistema constructivo que se ha empleado; tiene sin embargo, una apariencia desmaterializada, gracias al empleo que se ha hecho de la luz -se presenta perforado de ventanas-, y también del color, aportado por mármoles y mosaicos.

Como soportes se da gran importancia a las columnas, con basa, fuste liso y monolítico y capitel en forma de tronco de pirámide invertido con cimacio, fundido en capitel-imposta. Es muy importante su papel en el conjunto, al formar una especie de cortina que separa el espacio central de los laterales. Existen, además, pilares enormes, cuyo interés, desde el punto de vista constructivo, es primordial. En planta apreciamos, así mismo, grandes estribos exteriores, exigidos por necesidades de la cubrición. Se ha empleado, sistemáticamente, el arco de medio punto.

La cubierta está formada por una enorme cúpula con nervaduras meridianas y un anillo de ventanas en la base. Se apoya en cuatro pechinas, soportadas, a su vez, por cuatro arcos sobre pilares macizos y reforzados por estribos exteriores. Presenta un ingenioso sistema de contrarresto, tanto en sentido longitudinal –dos medias cúpulas apoyadas por otras dos secundarias más pequeñas-, como en el transversal, utilizando las cubiertas de las galerías (bóvedas de arista), para transmitir la carga.

La decoración es un elemento fundamental de este interior. Está constituida por elementos de diversa índole: arquitectónicos (columnas, arquerías), escultóricos (relieves a bisel y trépano de los capiteles de las columnas), mosaico (visible parcialmente en la cúpula) y en los pavimentos. Se ha empleado en ella materiales costosos -mármoles de diversos colores, mosaicos-, y en sus temas muestran predominio de lo geométrico, vegetales estilizados y posiblemente figurativos.
El espacio interior que se ha conseguido crear es el mejor exponente de los valores plásticos del edificio. El conjunto es armónico y equilibrado. La composición espacial está dominada por un núcleo central, cubierto por la gran cúpula, que se alza libre, casi como un baldaquino, al margen de las construcciones secundarias. Este reducto es todo un prodigio de espacio, luz y color, en el que la masa arquitectónica parece desmaterializarse, efecto que ha sido posible, en primer lugar, gracias a un perfeccionado sistema de contrarrestos, dispuestos de tal forma que quedan ocultos a la vista -el apuntalamiento que suponen pilares, contrafuertes y deambulatorios no es apreciable y la cúpula parece pender del aire-, y en segundo por la impresión que causa el muro, cuyo grosor queda disimulado al calarse con ventanas y arquerías. Más importante, sin embargo, es el tratamiento que se ha concedido a la luz: entra por diferentes ventanas, que varían según la hora, y resbala por paredes y pavimentos; sus juegos con las sombras se asocian al aplanado relieve y a un uso, muy hábil, de la policromía, dando como resultado la disolución de las formas, en un ambiente casi irreal.

COMENTARIO:

Tanto la gran cúpula sobre pechinas, contrapesada por semicúpulas, como el espacio centralizado son rasgos inconfundibles de la arquitectura bizantina. Todo ello nos sitúa el edificio en la etapa de Justiniano, s. VI, Sta. Sofía de Constantinopla. Se trata de un edificio único y original, de carácter religioso, que combina el modelo profano romano de planta central, con el basilical paleocristiano y se convierte en el logro arquitectónico más espléndido, no sólo de la etapa de Justiniano, sino de toda la arquitectura bizantina. Se construyó entre el 532 y 537, para sustituir a una iglesia anterior, también dedicada a la «Divina Sabiduría».
Se trataba de una obra excepcional por sus dimensiones y lujo: era la iglesia palatina de los emperadores -incluso estaba unida, por pórticos columnados, con el palacio imperial-. Sus artífices, Isidoro de Mileto y Artemio de Tralles, fueron los maestros de construcción y centraron su interés en el interior, donde se hacen patentes las tendencias cesaropapistas que funden «imperium» y «sacerdotium».Luz y color, símbolos del mundo invisible y de la divinidad, se derramaban tan solo sobre el clero, el Patriarca y el Emperador, a quienes se reservaba el espacio de la nave central. El pueblo, relegado a las naves laterales y las tribunas, permanecía en la sombra, admirando de lejos estas manifestaciones de gloria divina.
La obra fue clave en la arquitectura justinianea, pero pocas fueron proyectadas en su línea y desde luego ninguna de su envergadura: era excesivamente audaz, como mostró el hundimiento, ya en el 563, de su gran cúpula, que hubo de ser reconstruida por Isidoro el Joven, con algunas variaciones sobre la original. Sin embargo, a partir de ella, se impone en la arquitectura bizantina la afición a las cúpulas, dentro de conceptos más sobrios y tradicionales. Tras la conquista otomana fue convertida en mezquita; se añadieron cuatro esbeltos minaretes, mientras que interiormente se ocultaron, bajo revoco, los mosaicos figurativos y se colgaron cuatro grandes escudos, con versículos coránicos, en los pilares que flanquean el ábside y la entrada.

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